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A diferencia de otros artistas que se han mantenido constantemente en la luz pública, J Balvin ha mostrado una presencia mucho menos evidente en los últimos años, lo que parece deberse sobre todo a la decisión que tomó de apartarse temporalmente de los estudios para encargarse de asuntos familiares, aunque algunas fuentes atribuyeron también el receso a los problemas de depresión que ha asumido tener.
Sin embargo, el año pasado, el medellinense lanzó un nuevo álbum inédito, “Rayo” (2024), y mantiene sin duda un nivel de popularidad que, en la actualidad, no es tan intenso como el del pasado reciente, pero que fue lo suficientemente grande como para llenar un auditorio tan emblemático como el Kia Forum, donde se presentó el viernes que acaba de pasar como parte de una gira que se llama, justamente, “Back to the Rayo”.
Se trató, eso sí, de una sola fecha, a diferencia de lo ocurrido en el 2018, cuando ocupó el mismo escenario durante dos días consecutivos, lo que demuestra lo rápido que puede pasar de moda cualquier artista del ‘mainstream’ que se aleje aunque sea de manera breve de la competitiva industria.
Pero lo importante aquí es que, en términos de puesta en escena y de entrega, el concierto fue realmente espectacular, encabezado como estuvo por un Balvin al que vimos en mucho mejor estado físico y mucho más animado que en la ocasión anterior, a pesar de que acaba de llegar a las cuatro décadas de vida.
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Sonidos y colores
A diferencia de otros exponentes del género que practica, incluyendo a su compatriota Maluma, Balvin no se presenta en vivo con una banda completa, sino con un DJ, lo que le quita inmediatamente el carácter orgánico a su propuesta, pero va de acuerdo con los lineamientos originales del reggaetón.
Sin embargo, lejos de sentirse vacío, el escenario, cuya parte principal se extendía en medio de la platea y que tenía además una zona “escondida” al otro lado de las tribunas, se encontró siempre animado, y no solo por lo que hacía en el cantante, sino también por la labor incansable de su grupo de bailarinas y bailarines.
A lo largo de más de dos horas, el paisa interpretó 40 canciones, algunas de ellas en versiones reducidas. Y no esperó mucho para sacar sus mejores cartas, porque, casi al inicio, presentó una seguidilla de temas provenientes de su álbum más creativo, “Colores” (2020), que lo llevó a entonar “Amarillo”, “Morado” y “Azul”, composiciones que le permitieron mostrar la habilidad que tiene para otorgarle una sensibilidad pop al denbow y para elaborar melodias pegajosas, entonadas todas con un estilo relajado pero seguro (y saludablemente afinado).
De “El Rayo”, en realidad, se escucharon solo tres piezas -“Doblexxó”, “Polvo de tu vida” y “Cosa de locos”-, lo que tiene sentido en vista de que no se trata precisamente del mejor trabajo de su carrera, como lo han reconocido sus propios fans. Sin embargo, en términos prácticos, esto no afectó la efectividad del concierto, porque a Balvin, lo menos que le faltan éxitos; y no se trata solo de los que ha logrado por cuenta propia, sino también de los que hizo en alianza con otros cantantes.
Por ese lado, el repertorio incluyó hasta 16 de estas colaboraciones, incluyendo a “6 AM” (grabada originalmente con Farruko), “No es justo” (Zion & Lennox), “+57” (Karol G), “X” (Nicky Jam), “Qué pretendes” (Bad Bunny) y “I Like It” (Cardi B), debidamente retocadas y editadas para destacar sus intervenciones, ya que, como era de esperar, ninguno de estos exponentes estuvo presente en el coloso de Inglewood.
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Pero no faltaron piezas tan reconocibles como “Reggaetón”, “Ay vamos”, “Ginza” y “Bonita”, que desataron furor entre los presentes, algunos de los cuales se animaron a enfrascarse en sesiones de ‘perreo’ con las que calentaron un poco el ambiente de un auditorio en el que el aire acondicionado se encontraba a tope.
Otro momento del concierto.
(James Carbone/Para Los Angeles Times en Español)
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Trajes y elementos
Por fortuna para quienes van a verlo, Balvin es un artista interesado en el mundo de la moda y en las propuestas audiovisuales vanguardistas, por lo que intenta siempre ofrecer show novedosos que manejen estéticas llamativas.
Lo de este tour no es una excepción. En el Forum, se reprodujo la puesta en escena vinculada a la película “Back to the Future” que se ha estado mostrando en las otras fechas, y que, en el plano más inmediato, consiste en la exhibición de un Volkswagen de los ‘90 (en alusión al primer coche que tuvo), convertido en punto central de la escenografía y alrededor del cual se desplazan los bailarines y el mismo vocalista.
Y no es solo eso, porque el tópico entero se ve reforzado por unos frecuentes intermedios donde la combinación de unos videos de alta tecnología -a la vez retro y futuristas- y unos sonidos electrónicos que apuntan en la misma dirección generan una atmósfera muy particular, al sentirse juguetonas y a la vez alucinógenas.
Por el lado de los vestuarios, el mismo estilo llegó plasmado en lo que lucían los integrantes del cuerpo de baile, que en algún momento adoptaron unos trajes de latex negro similares a los de la saga de “The Matrix” y que, ya cerca del final, se enfundaron en disfraces de robot. A diferencia de ellos, el cantante optó usualmente por prendas urbanas y contemporáneas, aunque, en cierto momento, se enfundó en un vistoso y elegante ‘zoot suit’ blanco que no pasó desapercibido.
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Esto sucedió durante la parte más inesperada de la velada, que lo vio trasladándose a la parte trasera del Forum con la finalidad de subirse a un estrado que había pasado hasta entonces desapercibido y en el que realizó una buena parte del concierto, primero solo y después acompañado por sus bailarinas.
El segmento estuvo antecedido por la aparición también sorpresiva de una sugestiva cabeza gigante en la tarima principal y de una mano igualmente enorme al lado del nuevo tabladillo, es decir, elementos que le dieron al espectáculo un toque místico y espiritual que no se espera encontrar en un evento de esta clase.
Con su cuerpo de baile.
(James Carbone/Para Los Angeles Times en Español)
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Excesos y cariño
El J Balvin de estos días parece estar feliz. Se siente renovado y se muestra orgulloso de lo que hace, y eso es probablemente lo que lo llevó a detener la música en varios momentos para levantar los brazos y someterse a las alabanzas de sus seguidores. Sería absurdo exigirle modestia a una estrella de esta clase.
Pero no es irracional pensar que los interminables minutos que dedicó a arengar a la misma audiencia para que esta gritara de forma interminable y desaforada, bajo la excusa de superar un supuesto récord, hubieran debido ser evitados.
Y no sólo porque generó un nivel de ruido insoportable para un concierto en el que la música no había sido tan estridente, sino porque alargó demasiado los trámites de una presentación que, ante la ya citada falta de músicos en vivo, no tendría que ser tan larga como lo es.
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Estuvo mucho mejor escucharlo hablando de su identificación con los inmigrantes (vive en Nueva York, aunque pasa supuestamente mucho tiempo en Medellín) y del apoyo que le brindó a estos en los tiempos difíciles que se viven (más allá de que dijera “inmigrantes ilegales” y no “inmigrantes indocumentados”), aunque, como ha sido típico en él, se esmeró en no hacer ninguna alusión directa a la política.
Escribe artículos de entretenimiento en Los Angeles Times en Español y lo hizo anteriormente en todas las ediciones impresas de HOY Los Ángeles. Previamente, trabajó como colaborador con el diario La Opinión. Inició su carrera periodística como redactor y luego editor del suplemento de entretenimiento “Visto & Bueno”, publicado por el diario El Comercio de Lima, donde hacía también críticas de cine.